El pasado 14 de junio, la Cámara Baja dio media sanción al proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, con 129 votos a favor, 125 en contra y 1 abstención. Con una extenuante sesión de 22 horas, las mediaciones del Congreso Nacional, se tiñeron de pañuelos y banderas en pro y contra del proyecto que da su giro hacia la Cámara Alta, en donde deberá debatirse su aprobación, incluir modificaciones al proyecto y ser remitido a diputados, o bien rechazar de plano la propuesta. De ser aprobada, el Ejecutivo deberá reglamentar la ley o hacer uso del instrumento de veto en forma total o parcial.

  • Producción periodística, reportajes y fotografía: Camila Peñalva
  • Edición de audio y voz en off: Julián Retamozo
  • Texto: Ivana Nitti
Ver Galería

Los planteamientos hechos desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito podrían verse realizados, de aprobarse la sesión que se espera en el Senado el 8 de agosto del corriente año.

El proceso en esta etapa, conlleva el debate en el seno de tres comisiones: Salud (cabecera), Justicia y Asuntos Penales, y Asuntos Constitucionales. Posteriormente, luego del feriado del 9 de julio, comienzan las ponencias de especialistas a favor y en contra de la legalización del aborto. Según lo previsto, se firmaría dictamen el 1° de agosto y votación en el recinto una semana después.

La letra del proyecto de Interrupción voluntaria del embarazo aprobada por la Cámara de Diputados (ver proyecto), prevé 24 artículos entre los que se destaca en su artículo 5° el objeto de garantizar mediante la ley, el derecho de las mujeres o personas gestantes a acceder a la interrupción voluntaria del embarazo, con el solo requerimiento de la mujer o persona gestante hasta la semana 14 (artículo 7°) y, con posterioridad de dicho plazo, solo en caso de que el embarazo fuese producto de una violación (para lo que basta la declaración jurada de la damnificada ante el profesional de salud), si estuviera en peligro de salud la vida de la mujer o persona gestante y, en último caso, si se diagnosticara la inviabilidad de vida extrauterina del feto.

Otro punto clave del proyecto refiere a las personas menores de edad y, sobre ello, el artículo 9° expresa que si se tratara de una adolescente, niña o persona gestante menor de 16 años, la interrupción voluntaria del embarazo se debe realizar con su consentimiento informado. La mujer tendrá el derecho a acceder a la interrupción voluntaria del embarazo en el sistema de salud en un plazo máximo de 5 días corridos desde su requerimiento, mientras se propone en el artículo 12° la implementación de consejerías, para garantizar a la mujer o persona gestante, toda la información que necesite, atención y acompañamiento, con anterioridad y posterioridad a la interrupción del embarazo.

Vale resaltar que el proyecto de ley, exige que los establecimientos de salud deberán garantizar la intervención, mientras que crea en el artículo 15° el concepto de “Objeción de consciencia” elemento a partir del cual el profesional de la salud que se niegue a la realización de la práctica, podrá eximirse siempre y cuando haya manifestado su objeción con anterioridad, de manera individual y por escrito, ante la máxima autoridad del establecimiento de salud al cual pertenece. Pero, en caso de que la vida o la salud de la mujer o persona gestante estén en peligro y requieran atención médica inmediata e impostergable, el profesional dada sus facultades, no podrá negarse a la intervención.

Voces en contra y a favor

Durante la jornada del 14 de junio, día en el cual se trató el proyecto de despenalización del aborto en el recinto de la Cámara de Diputados, se congregaron fuera del Congreso, las dos posturas sobre el tema: los pro “salvemos las 2 vidas” y los que defienden y apoyan el aborto legal, seguro y gratuito.

Prisma estuvo en dicha jornada y pudo dialogar con personas de ambos bandos: “venimos a defender las dos vidas porque no estamos solo con el bebe sino también con la mama, y es por eso que vinimos a buscar soluciones para las dos vidas”. En la misma línea, por parte de quienes no apoyan la iniciativa de la interrupción voluntaria del embarazo, “no se debería estar debatiendo porque el derecho a la vida es primero y la vida no se debate, sino que se respeta.”

Sobre el artículo 3° que resulta clave en la redacción del proyecto, dado que sustituye el artículo 86° del Código Penal, se deja expreso que en ningún caso será punible el aborto practicado con el consentimiento de la mujer o persona gestante, incluso, no será delito el aborto realizado hasta la semana 14. Sobre ello, “este artículo es una aberración total ante la vida. Creo que el Estado debería dar soluciones pero no del modo de entrar dos personas a una clínica y que salga una sola. El Estado debe brindar apoyo y contención a las mujeres pero no la alternativa del aborto que es tirar a la basura a un ser humano”.

Dentro de lxs precursores de “Salvemos las dos vidas” hay quienes proponen dar al bebe en adopción como posible solución fuera del aborto: “si vamos a permitir el aborto por una violación, deberíamos matar también al violador, porque el bebe no tiene nada que ver y es un ser indefenso”. De la vereda de en frente, quienes proclaman “ley de aborto ya”, la adolescente Maga (representante del Movimiento Estudiantil de García Lorca) expresó: “venimos a apoyar el aborto. Lo único que sacaría o modificaría de la ley, es que los menores no puedan decidir por su cuerpo. Si podemos votar a los 16, cómo no decidir sobre nuestro cuerpo”.

Argumentos de un lado y del otro, “lo que nos une es luchar para reducir las muertes maternas. Puede que en eso estamos juntos”, proclamaron desde “Salvemos las dos vidas”.

Tal vez, fuera de los argumentos en contra o a favor, lo enriquecedor sea que en plena democracia, puedan hacerse uso de los instrumentos que tenemos como república, para dar debate a cuestiones de tal relevancia que resultan de imperiosa discusión, en una sociedad que ya está mostrando sus cambios.

EN PRIMERA PERSONA

Crónica de un día histórico

Por Camila Peñalva

Suena la primera de las seis alarmas, son las cinco de la mañana y ya se que va a ser un día largo. Me preparo y salgo para la Facultad, con la mochila cargada con mi arma de contar historias. Me encuentro con mis compañeros y, a pesar de los nervios del parcial, veo caras contentas y emocionadas que vienen acompañadas de sus pañuelos verdes. Sabemos que es un día histórico, y nosotros estamos ahí para presenciarlo. Salimos a las 11, determinados a registrar todo lo que sucediera y definimos volver a casa temprano. No imaginamos lo que nos iba a suceder.

Comenzamos a caminar las calles, nos encontramos caras llenas de alegría, abrazos, manos enlazadas y un grito ensordecedor y eterno. Poco a poco íbamos sintiendo la necesidad de quedarnos quietas un segundo y mirar a nuestro alrededor. Esos segundos se fueron alargando hasta convertirse en intensos minutos de simplemente escuchar y observar lo que sucedía. El viento y el frío pegaban fuerte, pero en el fervor de la hermandad nos abrigamos hasta, poco a poco, convertirnos en una ola más de esta inmensa marea revolucionaria.

Recordé repetidas y conocidas palabras, «La historia la escriben los que ganan». Durante décadas, siglos, añares, el hombre nos contó como había sido la historia. Pero ese día no. Ese día nosotras estábamos escribiendo la historia. La nuestra, la de otras, la de todas. Por las que faltan de sus casas, por las que fueron violentadas, por las que no van a volver.

Porque ese día no se debatió la legalidad del aborto, se puso en jaque un sistema patriarcal que desde siempre nos comentó, nos excluyó y despreció sólo por ser mujeres.

Nunca vi nada igual en mi vida. Estamos todas unidas, listas para contar nuestra historia, para ser escuchadas y cambiar las reglas del juego.

Somos la nueva marea feminista, y estamos acá para hacer la revolución.

OPINIÓN

“Se me murió frente a mis ojos y no me di cuenta. Tenía 16 años”

Por Julián Retamozo

Tengo 27 años y toda mi vida estuve en contra del aborto. Tengo una hermana.

Al momento de escribir esto me arde demasiado la garganta y me cuesta respirar. De fondo, tengo el debate de un proyecto de ley tan controversial como histórico. Una de mis amigas está en las afueras del Congreso cubriendo la marcha. Entrevista a manifestantes de los 2 bandos en pugna y recibe respuestas de todo tipo.

En mi cabeza, las estructuras crujen. Miro a mi hermana, tan joven e idealista y mi insistente negativa empieza a caer en una incertidumbre.

Ayudo con algunas cosas en casa para ganar tiempo. Además de amo de casa, tengo un texto que terminar y preparar otros 2. Y la gripe me sigue a sol y a sombra. Escucho a los diputados debatir. Algunos de sus argumentos son tan hilarantes que manchan el marco de la discusión. Me hago un té para calmar el dolor y pienso en los textos.

De repente, una diputada recuerda una de sus experiencias ejerciendo como abogada. Habla de una mujer cuya casa fue allanada por la policía. En el procedimiento, sólo le pide respeto a los oficiales y que su hijo menor no vea el baño. Su hija entra de urgencia en un hospital de alta complejidad, pero poco pueden hacer. El baño está teñido de sangre. La policía investiga pero nadie dice nada. En su testimonio, la madre comenta “Siempre iba a comprar paquetes grandes de algodón. Le dolía mucho y los medicamentos que le di no le hacían nada. El médico me dijo la causa. Se me murió frente a mis ojos y no me di cuenta. Tenía 16 años”.

Mis certezas se derrumban. Las lágrimas brotan de mis ojos. En mi cabeza ya no hay lugar para certezas, la incertidumbre se hace cada vez más grande. Aquello que antes defendía con uñas y dientes desaparece por completo. Siento tristeza, pena y vergüenza. No me animo a mirar a mi hermana a los ojos.

Ella me mira y con toda su dulzura me dice “¿Ahora ves por qué es necesario?”

Se nos murió frente a nuestros ojos y no nos dimos cuenta. Tenía 16 años.