El autor presenta “De América”, su primer libro. Allí conjuga sus experiencias recorriendo el continente siguiendo los avatares de la Copa Libertadores con la historia y la cultura de cada rincón de Sudamérica.
- Reportaje y texto: Julián Retamozo
- Fotografía: Gentileza Alejandro Droznes
Desde 1960, los campeones de fútbol masculino de los 10 países miembro de la Confederación Sudamericana de Fútbol se enfrentan anualmente para decidir al mejor del continente. 5 años después de su edición inicial, el torneo cambió su formato alojando también a los subcampeones de cada país, por lo que la organización decidió cambiar el nombre del torneo de “Copa de Campeones de América” a “Copa Libertadores de América”, homenajeando de paso a los héroes de las guerras de independencia de los países sudamericanos.
El licenciado en letras Alejandro Droznes recorrió el continente presenciando in situ los vaivenes de los principales torneos sudamericanos de fútbol: la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana. Un recorrido que excede lo deportivo y que le permitió conjugar en “De América” (su primer libro) la historia de los libertadores y las enriquecedoras experiencias vividas en cada rincón de este lado del mundo con su gente y su diversidad cultural. De Bolívar a San Martín. De Tijuana a Buenos Aires. De Yacuiba a Madrid.
Prisma dialogó con el autor sobre esta experiencia literaria que combina lo histórico con lo etnográfico, lo antropológico y, por supuesto, lo deportivo.
¿Cómo fue la experiencia de publicar el libro?
AD: Yo creo que fue como tener un hijo, en el sentido de que fue un esfuerzo tremendo, pero lo hacés con gusto y no te das cuenta. Tiene sus vueltas, su esfuerzo. De hecho, el día de hoy tuve conversaciones acerca de unas modificaciones en la contratapa y algunas cuestiones de diagramación. Es una experiencia de mucho esfuerzo, pero no me doy cuenta. van pasando los meses y lo voy haciendo. Tengo un instagram y tengo un diálogo con mucha gente que me acompaña en esta visión de la Libertadores. Es muy gratificante. Como un hijo, exactamente igual (risas).
La estética también es más que elaborada…
AD: La tapa está buena. A mucha gente le gusta y a mucha gente no. Todos tienen buenos motivos. A la mayoría le gusta, he recibido muy pocas críticas (de gente muy sofisticada en sus gustos) como que tiene algo de historieta que no representa el contenido del libro. Yo tenía una tapa mucho más sutil que es una foto en Cochabamba donde está una montaña detrás (el Cerro Tunari) y la torre de iluminación del estadio. O sea, el fútbol y la montaña que vio pasar a Bolívar. Pero la verdad es que si bien a mí me gusta mucho esa foto, es demasiado sutil y en cierto punto había que llamar más la atención. Lo que un amigo me aconsejó es que el trofeo tenía que aparecer en la tapa. Yo le dije “en la tapa tiene que aparecer las palabras ‘Copa Libertadores’” por el tema de los buscadores. Él me dijo “Bueno, ‘Copa Libertadores’ va a aparecer en la tapa… y el trofeo también”. (risas) Es decir, lo mismo que pasaba con un buscador, tenía que pasar con un futbolero.
Es interesante cómo en la obra se fueron mezclando ciertos conceptos históricos, etnográficos, antropológicos y deportivos que uno suele pensarlos de forma aislada. ¿Cómo fuiste reuniendo todas esas piezas del rompecabezas?
AD: En primer lugar (que no es más importante que los otros) yendo a los lugares. Eso le da al libro su forma. Mi presencia en cada lugar es importante porque hay ciertas cosas que si no estás, no las ves. Pueden ser tonterías, pero se me ocurre ahora por ejemplo una placa de bronce que está en la sede del club Jorge Wilstermann de Cochabamba en la que la Federación de Bolivia le reconoce al club ser el primer equipo boliviano que pasó la Fase de Grupos. Eso es algo que vos aunque tengas buen acceso a bibliotecas a través de Internet, nunca lo vas a encontrar. Esta placa no aparece en el libro, pero a mí me encantó porque reúne las 2 cosas de la obra: fútbol y próceres, y los próceres siempre aparecen en placas o monumentos de bronces. Esa placa estaba buena porque hablaba de fútbol a través del canal que usan los próceres. Y después leyendo un montón. Yo le agradezco mucho al Kindle, porque realmente sin un lector electrónico no hubiese podido leer el material que leí en el sentido de que, en general, para cada capítulo leía varios libros de historia. Esos libros no son fácilmente accesibles en papel. Y la tercer manera fue pensando, imaginando, caminando por ahí (como dice la canción de La Portuaria). Ya que hablás de los elementos que están reunidos en el libro, hay un montón de cosas que no están (como lo de la placa de Jorge Wilstermann), como por ejemplo, los monumentos que hay a San Martín en España. Porque todo el tema de la final en España está vista a través de la trayectoria vital de San Martín, que en general se conoce hasta ahí. O sea, ¿cuál era su relación con España, con Europa? ¿y cuál era su relación con el pueblo argentino? Esto no es menor en el sentido de que él no terminaba de confiar en el pueblo americano para decidir su propio destino. Entonces, dentro de toda esta cuestión, el hecho de que haya monumentos a San Martín en España para mí es re interesante. Y cómo lo reconocen a San Martín, es loquísimo, lo hacen desde otra manera. Dicen “Nos defendió contra Francia”.
Está bueno esto que vos decís de los viajes. Acá en zona sur del conurbano está lleno de equipos que hace poco tuvieron “su primera vez” en la Copa (Quilmes, Banfield, Lanús, Arsenal, Defensa y Justicia). Todos soñaban con cómo iba a ser participar en ella y la gente planificaba sus vacaciones en función de los viajes que iba a hacer su equipo.
AD: Esto que me decís me hace reflexionar sobre los conocimientos locales en el sentido de que yo sé por supuesto que el conurbano es un lugar muy futbolero en términos de densidad de equipos y demás (en particular el sur del conurbano), pero este dato que me estás trayendo de muchos equipos e incluso algunos se consagraron (Lanús y Arsenal), es algo que yo creo que forma parte del conocimiento del lugar. El sur del conurbano aparece en el libro en un momento, porque yo entrevisté a un argentino que trabaja en el fútbol de Ecuador (ahora mismo esa persona está en el fútbol de Perú). Y lo que el libro plantea es que gente que en Argentina trabaja en equipos que están en la B (algunos del conurbano bonaerense) o incluso en la C, muchas veces tienen una aventura internacional en otros países. Por ejemplo, esta persona trabajaba en el Deportivo Cuenca (era entrenador de arqueros), pero en Argentina trabajaba en Tristán Suárez. Me interesa mucho esa mezcla de mundos, de cómo en Argentina están en una categoría y en Ecuador o en Perú están en otra. De hecho está un poco el juego de que este muchacho está trabajando en los Andes ecuatorianos, pero en Argentina trabajaba en el club Los Andes.
Me trajo a la cabeza una anécdota de Gustavo Alfaro que, preparando a uno de sus equipos, él pensaba la pretemporada teniendo en cuenta las distancias que iba a recorrer. Hacía todo un estudio del recorrido a realizar que en otras competencias como la Champions League no se da porque las fronteras son muy cercanas.
AD: Yo creo que toda esta cuestión del libro nació de mi envidia de cómo viaja esta gente. Yo quisiera hacer eso… ¡y que me paguen! (risas) Cómo están dando vueltas todo el tiempo por todos lados. Y otra cosa que me hizo pensar esto que me dijiste es cuando Atlético Tucumán jugó su primer serie por Libertadores. De hecho fue un hito para mí, yo estuve en el primer partido del torneo (la vuelta fue en Quito). Y pasaron. Les tocó como rival el Junior de Barranquilla. Yo estoy casi seguro de que el plantel volvió a Argentina y volvió a viajar porque eran 10 días entre partido y partido, pero los hinchas no. Era más barato quedarse. Esta idea de andar perdido por América esperando un partido de Copa Libertadores para mí está buena. Ese tipo de locuras son las que me interesan.
Además, lo interesante del libro es el trabajo etnográfico. Cada pueblo tiene una historia, pero para conocerla, hay que estar, hay que vivirla. Por ejemplo, el buzo del arquero del primer capítulo. Una historia muy local que en otros lados pasa desapercibida….
AD: De hecho, un amigo con el que hablamos bastante sobre el libro, me dijo que para él “De América” no es tanto de historia sino de arqueología, porque la arqueología supone un objeto. Él me comentaba que en cada capítulo había un objeto importante. Esto es lo loco. Uno va a los lugares y realmente no sabés sobre qué va a ser el capítulo. El único capítulo que masomenos sabía por dónde iba a ir fue el del partido en Madrid. Ahí dije: “Listo, es San Martín que quiere un rey en América”. El único que puede garantizar un partido de Libertadores es un rey. Ése es un homenaje a San Martín y no es una traición a su proyecto. También me interesaba decir algo distinto porque en gran medida el placer de leer algo tiene que ver con que sea distinto. Yo estudié el tema de San Martín y él realmente dudaba mucho de que en Argentina se pudiera formar un gobierno estable. Decía que la sociedad era muy conflictiva y no se iba a poder constituir una paz social, que es lo que pasó en el 2018. Volviendo al tema, casi nunca sabía con lo que me iba a encontrar. En el segundo capítulo, “Yacuiba”, todo el capítulo gira alrededor de la estatua de Bolívar que hay en Yacuiba. Yo llego y digo “¿Cómo puede ser esto si estamos a 8 cuadras de Argentina?” Con un montón de capítulos fue así. Con “Tucumán”, por ejemplo, después del primer partido cuando sale la gente de la cancha, se ve una inscripción pintada en la tribuna que dice “TUCUMÁN – AMÉRICA”. Esa idea yo la traía desde Buenos Aires: Tucumán está en su momento argentino, pero antes de ser argentino fue americano. Por ejemplo, todo el capítulo de “Potosí” gira alrededor de que Potosí fue lo último que entregó España. Ya habían perdido Buenos Aires, pero mantenían el Alto Perú y Potosí. Y cuando llegan los soldados patriotas, encuentran una ciudad española. Era la joya de la corona. En Potosí me di cuenta que el escudo de Real Potosí es como el escudo de Real Madrid. Esta cercanía de Potosí con España persiste en ese escudo. Después, hay otro motivo para que ese escudo sea así: yo leí que el fundador era español y lo quiso poner así. Yo dejo ese dato a un costado porque para mí ese escudo se sustenta en esta otra historia potosina que es de mucha cercanía con España y viceversa. Totalmente conectados históricamente.
También me llamó la atención del primer capítulo algo que me hizo acordar una anécdota de un conocido que vivió mucho tiempo en Colombia: “San Martín en Colombia y Venezuela no existe, es todo Bolívar”. O sea, el norte de América es bolivariano y la línea sanmartiniana es más bien del sur.
AD: Claro, totalmente. Vos lo contás sorprendido. Por eso me llamó la atención la estatua de Bolívar a 8 cuadras de Argentina. Yo sabía que predominaba en Venezuela y Colombia, pero… ¿a 8 cuadras de Argentina también? Por otro lado, esto que estás diciendo de esta sorpresa de que haya gente que no piense como uno o que no haya sido educada como uno es también de lo que trata el primer capítulo respecto de la semifinal de Barcelona vs River en el ‘90, que es bastante parecida de la de Boca con Colo Colo en el ‘91. Vos fijate que siempre como argentinos pensamos que fueron injustos con nosotros. Yo realmente me enteré ahí que en Guayaquil no hay ningún problema con esa semifinal, no hay ninguna polémica. Y me imagino que en Santiago de Chile tampoco. O sea, cómo las memorias nacionales como la que vos tenés respecto de tu patria chica del conurbano. Vos sabés lo que te importa. Esa relación entre la Entrevista de Guayaquil y la semifinal se me ocurrió en Guayaquil. Estaba en un botecito en el Guayas y dije “¡Es esto!”: hay visiones muy contrapuestas sobre la semifinal y visiones muy contrapuestas sobre la Entrevista. Tuvo que ver con el Museo del Barcelona en Guayaquil y cómo ellos te dice “No hay ningún problema acá. Ganamos, punto.” Es increíble cómo uno se olvida de eso cuando lo benefician también.
Cuando hablás de Venezuela, mencionás 2 estados que están casi pegados. Apenas separados por una avenida. En uno jugaba Peñarol de Uruguay contra un equipo local y no había casi nadie y en el otro había un partido de béisbol y estaba estallado de gente.
AD: Ahí es una especie de objeto en el sentido de que si dentro de 3000 años hubiesen arqueólogos en esa zona de Caracas verían como objeto las ruinas de 2 estadios. Para mí esa cercanía fue muy reveladora, porque es muy raro. Es verdad que acá sucede con Racing e Independiente, Estudiantes y Gimnasia, pero ahí están a una cuadra y en el centro de la ciudad. Eso es lo impactante, porque acá de última no es el centro de la ciudad. Muchas veces en Venezuela no hay gente en los partidos. Yo forcé un poco esa oposición, pero es verdad que el primer deporte de los venezolanos es el béisbol. Al volver, fui a un partido de Libertadores donde jugaba Deportivo Lara de Venezuela. Entonces, me encontré con unas chicas que eran de Lara y les dije “Chicas, ¿ustedes de qué equipo son?” pensando que me iban a decir “Deportivo Lara”. Y ellas me respondieron al unísono “Los Cardenales”. Era el nombre del equipo de béisbol de la ciudad…
En este recorrido que hiciste por los diversos puntos de América, son interesantes los contrastes que fuiste encontrando entre los diversos hinchas. Por ejemplo, acá una pelota pasa cerca del arco y decimos “¡Uh!”. En Yacuiba lo mencionan de otra manera…
AD: Eso para mí es fundamental. En la Copa América ‘97 que se jugó en Bolivia, la final la jugaron Brasil y el local. Y cuando Bolivia pasaba la mitad de la cancha se escuchaba una cosa que no se escucha en Argentina de ninguna manera. Es como un murmullo de otro tono. No es el tono argentino macho del “¡Uh!”, sino que es un “¡Ay!” más agudo. Es distinto. No sé si esa vez lo noté en la cancha, no creo que el Petrolero del Chaco haya llegado muchas veces al arco contrario, pero sin duda lo que no té eran los comentarios que están en el libro. Por ejemplo, se la sacan a un jugador del equipo boliviano y el tipo que está al lado mío dice “Mirá como se deja”. Además el tipo lo dijo sereno, con mucha educación. Esa frase es imposible en Argentina.
Además, yendo a la parte del relato que has comentado en otras entrevistas, la historia puede tener diversas interpretaciones (la línea bolivariana y la sanmartiniana), pero la Copa Libertadores te la cuentan FOX y Argentina…
AD: Sí, pero son 2 cosas muy distintas. Respecto de que te la cuente FOX, finalmente es un otro y además es un otro anglo el que reúne lo americano. Es súper interesante desde el punto de vista histórico por la influencia de Inglaterra en la independencia de las colonias españolas en América. En el libro no hay una visión crítica respecto de estas cuestiones (creo que no hay una visión crítica de nada). Para mí, la Copa Libertadores no es que “está buena y qué lástima que nos la muestre ESPN”, porque yo creo que si no nos la mostrara ESPN, sería otra cosa. A propósito, estoy muy indignado y triste con que FOX ya no transmita los partidos importantes de la Copa (risas). O sea, hice todo el libro sobre FOX y cuando lo saco justo se da el cambio a ESPN. Fueron 10 años de compañía. Tenía otra cosa también: los avisos muchas veces empezaban diciéndote en qué ciudad se iba a jugar el partido. Eso después ya no sucedió más, pero para mí estaba buenísimo, porque era más importante el lugar que el partido. Y después, que te la cuente Argentina, para mí es increíble que el Pollo Vignolo sea escuchado en geografías y ámbitos culturales tan distintos. De hecho, el segundo capítulo es sobre eso: ¡se escucha su voz! La verdad que no tengo muy claro cuál es el área de influencia del Pollo y su ejército. La idea del relator y el programa deportivo argentino es un poquito más complejo. Los países con mayor tradición futbolera seguro tienen sus propios programas, o sea, FOX Sports Colombia existe y son colombianos. Pero en cualquier caso es, como vos dijiste, el argentino que en vez de llevarte la libertad, te lleva el fútbol.
Aparte, para ser “Campeón de América” tenés que recorrer todo el continente. Y de vuelta al concepto histórico de “libertadores”: estos tipos para lograr su objetivo tuvieron que desandar todo el continente.
AD: ¡Totalmente! Para mí, ése es el homenaje. Porque ¿cuál es el homenaje? Yo digo que es el desplazamiento. De Bolívar se dice realmente que se dormía en la montura. El tipo podía cabalgar durmiendo. Bolívar murió bastante joven porque el tipo realmente había gastado su cuerpo. No era joda. Se le arruinaban las monturas, las cambiaba y seguía. Y hay otro hecho increíble, no me acuerdo cuando pasó (puede que 2018) que se supo que si se daban ciertos resultados River ya no iba a salir de la Argentina. A mí me pareció alucinante: ganaste la Copa Libertadores y tus últimos 8 partidos fueron en Argentina. Cuando sucede el sorteo, viste que todos quieren viajar lo menos posible. Yo quiero que viajen lo más posible. Ahora no está más México. Yo soy fan de los Xolos de Tijuana, porque es el último kilómetro de América Latina. Hay un tema interesante: hay equipos norteamericanos que jugaron la Copa Sudamericana. Son cosas que uno no puede meter porque hay que ver lo que el texto te pide y te permite, pero en Washington se jugó la Copa Sudamericana.
O sea, de vuelta esto de la Copa como motivo para viajar..
AD: Y eso fue increíble en el caso de Atlético Tucumán, porque después la jugó 2 veces más. Pero cuando se clasificaron para la primera, todo el mundo suponía que iba a ser la primera y la última. Entonces, había un doble motivo para viajar: primero el delirio por haber clasificado y segundo porque no se iba a volver a repetir. Fue como “Tenés que ir, punto”. He conocido gente que se fue a todos los países de Sudamérica con Huracán. El primer viaje que hice por América como mochilero fue a Bolivia. Yo tenía que volver en micro y tomamos un taxi que nos llevó desde el hostal hasta la estación de micros de La Paz. En ese taxi conversamos con el taxista y mencionamos que Boca iba a debutar en la Libertadores jugando con Bolívar en La Paz. Yo sabía que ese partido lo iba a ver por televisión. Era como estar de los 2 lados del espejo. Aquel momento fue muy loco para mí porque era decir “yo me estoy yendo, pero hay un equipo argentino que va a venir y yo voy a estar viendo La Paz a través de la televisión”. Iba a ver las mismas montañas que estaba viendo en ese momento. Esa posibilidad de viajar gratis y por unos minutos.
Es lo interesante de los torneos sudamericanos. Poder ver el estadio de Cobreloa, por ejemplo, y ver el paisaje de fondo. Eso quizás con otros eventos deportivos no pasa. En ese sentido la Copa Libertadores es única.
AD: Estoy totalmente de acuerdo, porque además lo que tenés son estadios chicos. Por ejemplo, en la cancha de River nunca va a pasar eso. En la cancha de Boca me acuerdo que pasó porque justamente en el lado de los palcos (creo que era ahí) justo en esa toma se podía ver el Riachuelo. Creo que fue en la Copa Libertadores del 2013 contra Nacional. Lo vi y dije “Esto es lo que yo quiero”. De hecho, todas estas imágenes como previa, porque todo esto sucede al principio de la transmisión, no sucede después. Ése fue uno de los motores claramente para escribir el libro. Para mí es el principal encanto del torneo.
En uno de los capítulos nombrás tu experiencia con la CONMEBOL (Confederación Sudamericana de Fútbol). En todo este tiempo que lleva el libro editado, ¿has tenido contacto con algún miembro del organismo?
AD: Tengo un conocido que está trabajando en la organización de espectáculos futbolísticos y que ahora trabaja para la Conmebol. Hace poco me escribió y me dijo “Si me traés un libro, se lo doy en la mano a Alejandro Domínguez” (N de R: presidente de la CONMEBOL). Obviamente le llevé uno y se lo terminó dando a la gente de prensa de Domínguez. Era mucho más fuerte si lo tenía en la mano. Eso no sabemos si sucedió. Él lo vio en la final de la Copa Sudamericana en Córdoba entre Lanús y Defensa y Justicia. Eso fue lo más cercano. De hecho, hay fotos del libro en el banco de suplentes de ese partido.
Un contenido que uno está más acostumbrado a verlo en librerías con otro tipo de difusión, vos elegiste difundirlo en redes sociales a través de Instagram…
AD: Sí. Yo me pregunto hoy en día en Argentina ¿cuánta gente, tanto por la pandemia como por la situación económica, entra a una librería? De esa gente que entra, ¿cuánta está dispuesta a comprar un libro? Creo que la chance de que alguien vaya a una librería y compre un libro es muy baja. Salvo los best sellers o los que están todo el día en los diarios. Esos son los únicos que venden. Por fuera de eso, nada. Llegan a las librerías, los ponen ahí y listo, chau. Nadie los vio. Entonces, creo que las redes sociales cambian mucho la dinámica. Hay un bar en el barrio de La Paternal que está en la esquina de 2 calles, no está en ninguna avenida. Imaginate que vos vas por una calle y en la esquina está un bar. Ése es un bar que antes de las redes sociales, me contaba un amigo, no hubiese existido. Porque antes vos los bares los tenías que ver y ahora ya no hace falta. Se genera otra dinámica, porque lo que las redes sociales permiten es encontrar público. Vos ponés un café re pipí cucú, como el caso de este bar en La Paternal, y con la gente que va se genera un boca a boca realmente efectivo. “Hay un café de tal característica en tal lugar” y la gente va. Yo no tenía Instagram antes de esto, pero un amigo me sugirió que me metiese más por ahí que por Facebook. Hoy en día me llevo muy bien con el formato.
El libro está disponible en su versión digital a través de Amazon y también se puede adquirir en formato físico tanto en Argentina como fuera del país.
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