Buenos Aires congregó colectivos de docentes de todo el país, agrupados bajo un mismo reclamo: apertura de la Paritaria Nacional Docente, nueva Ley de Financiamiento Educativo, salarios dignos y la defensa de los Institutos Superiores. Además, también fue convocante la consigna de resolver los conflictos provinciales que provocaron que, por ejemplo, en la provincia de Neuquén se cumplieran 42 días de paro.
- Producción periodística y fotografía: Camila Peñalva
- Texto: Ivana Nitti
- Reportajes, voz en Off y edición de audio: Julián Retamozo
A 30 años de la Marcha Blanca de 1988, aquellos pilares fundamentales en defensa de la escuela pública, continúan al presente en plena vigencia.
En aquel entonces, la docencia argentina protagonizó una gesta histórica para la educación del país, en una marcha que se convocó un 23 de mayo en el centro de la ciudad de Buenos Aires. ¿Qué reivindicaban? Salario único en todo el país, Paritaria Nacional Docente y ley de Financiamiento Educativo y ley Nacional de Educación.
30 años más tarde, la gran capital cosmopolita de Buenos Aires, volvió a teñirse de blanco, tras una jornada de paro y movilización convocada por la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera). ¿La consigna?: exigir la Paritaria Nacional Docente, una nueva ley de Financiamiento Educativo y en clara defensa de los Institutos Superiores.
“Estamos aquí reclamando que nos den 17 mil pesos de básico sin sumas en negro y que se pague todo lo adeudado porque, por ejemplo, en el caso de Vidal (por la Gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal), este mes no le ha pagado el sueldo a muchísimos docentes. También peleamos en defensa de la obra social IOMA porque el gobierno la vacía y no tenemos prestaciones, defendemos la jubilación que conquistamos desde el año ´58 y nos la quieren quitar. También marchamos contra el pacto del gobierno con el Fondo Monetario internacional (FMI) por el ajuste que estamos viviendo, sumado a que estamos prácticamente en junio y no nos han dado aumento de sueldo en lo que va del año a docentes de provincias, entonces sabemos que se vendrá un mayor ajuste. Las autoridades siguen reclamando aumentar la edad jubilatoria y recortar los presupuestos, asi que por eso estamos marchando. Pero también le estamos reclamando a Ctera un paro nacional activo y una continuidad de plan de lucha, porque me parece que con medidas tan aisladas no vamos a ganar. Damos nuestro apoyo a la provincia de Neuquén que lleva 42 días de huelga, y en apoyo a los compañeros del subte que han sido reprimidos. En definitiva, esta marcha es una lucha por las paritarias, y porque se termine el ajuste y los tarifazos”.
De la marcha, formaron pare gremios docenes de todo el país, mientras que dirigentes sindicales de Ctera y Suteba, Sonia Alessio y Roberto Baradel respectivamente, hicieron uso de la palabra: «los docentes tenemos que ser ese viento que ayude a encender una llamarada para construir un paro nacional» sostuvo Alessio, mientras que Baradel argumentó: «los miles de docentes de la provincia de Buenos Aires le estamos diciendo a Vidal: ocúpese de la educación pública. Menos sets de televisión y más gestión, más conurbano, más interior, más hospitales y escuelas públicas»
En aquella Marcha Blanca, luego de dicha manifestación, se decidió el levantamiento de las medidas de fuerza, tras haber conseguido algunos de los puntos por los que luchaban: los docenes habían conseguido la aprobación de un nomenclador básico común y la unificación salarial en 21 de las 25 jurisdicciones. Además, el Congreso Nacional había sancionado un paquete impositivo para proveer un mayor financiamiento a la educación y estaba presente la expectativa por lograr la sanción de una ley de Paritaria Docente, que finalmente fue sancionada.
Pero la conquista que la conducción de Ctera (Confederación de Trabajadores de la Educación) consideró más importante, fue haber logrado una consciencia social acerca de las preocupaciones en torno a la educación pública y el amplio apoyo y reconocimiento en el resto de los trabajadores.
Si bien esta vez, aun se desconoce la solución a los reclamos que albergan los docentes que sostienen la educación pública del país; al igual que en 1988, el apoyo a la clase docente y sus reclamos, es un hecho.
Una flor en el desierto
Por Julián Retamozo
La comunidad educativa de toda la Nación se dio cita en la capital federal. ¿El motivo? Hacer oír su reclamo en defensa de la educación pública ante los continuos avasallamientos de la gestión encabezada por Mauricio Macri. Docentes de los 4 puntos cardinales del país se fueron congregando de a poco alrededor del mediodía en torno al obelisco porteño. Desde Formosa, pasando por ese gran conglomerado que es el Gran Buenos Aires, hasta Chubut, cada sector del país estuvo representado por un guardapolvo blanco en lucha.
A medida que uno avanzaba a través de las diferentes columnas conociendo y entrevistando a los manifestantes, se encontraba con una realidad similar: sueldos adeudados, insumos insuficientes y la desidia del Poder Ejecutivo en todos sus estratos hacían mella en una comunidad educativa golpeada pero con un espíritu combativo dispuesto a no entregar sus banderas.
Se palpaba en el ambiente una extraña sensación. Como una flor creciendo en el desierto, los miles de docentes, estudiantes y miembros de la comunidad educativa se mostraban de pie y en lucha frente a un panorama claramente adverso. Quizás la emblemática Plaza de Mayo enrejada sirva como muestra dolorosa de cuánto han cambiado los tiempos en donde la represión y el ajuste a costa de los más desfavorecidos están a la orden del día.
Quizás la clave esté en la mirada de los bravos y valientes maestros que marcharon hacia la emblemática Plaza. Maestros que le ponen el hombro día a día a la crisis a la que condenan a la educación pública desde los despachos de Balcarce 50. Es responsabilidad de nosotros como sociedad no dejarlos solos en la lucha.
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