Afianzados como referentes de la música negra, La Mississippi celebrará sus 30 años de carrera el próximo 15 de noviembre en el emblemático estadio.
- Reportaje, texto y edición de audio: Julián Retamozo
- Fotografía: Camila Peñalva
- Voz en Off: Ivana Nitti
Desde su formación en Florencio Varela, allá por 1988, La Mississippi recorre las rutas argentinas y del exterior difundiendo la música negra. 30 años después, el presente los encuentra más maduros y convertidos en una de las bandas referentes del rock y el blues local.
En una tarde primaveral, el porteño barrio de San Telmo sirvió de locación para una charla mano a mano con Ricardo Tapia. El frontman de la banda recordó junto a Prisma algunas anécdotas de estas 3 décadas de giras y shows. Una carrera de viajes, música y amistad haciendo lo que más les gusta: tocar a morir, vaya bien, vaya mal.
¿Tenés algún recuerdo de las primeras presentaciones?
La primera presentación fue bastante graciosa. Nos fue muy bien en el primer show, en el Teatro Arlequines, gracias a periodistas amigos que se sumaron desinteresadamente en varios medios importantes. Éramos una banda desconocida que tuvo una buena promoción en radio y al primer show fueron 400 personas. Yo salí al escenario y en la oscuridad, sin darme cuenta, le patié todos los pedales al guitarrista y se los desarmé. Estábamos tratando desesperadamente de conectar los cables porque estábamos saliendo al escenario en plena oscuridad. A alguien se le ocurrió hacer blackout, yo pisé los cables y me los llevé puestos. Siempre tengo el recuerdo del pie izquierdo. (risas) Arrancamos con muy buena cantidad de público, eso es algo insólito para una banda.
Ya convertidos en una banda referente del género y con tantos años de experiencia, ¿qué los motiva a seguir tocando?
La música. Porque vas llevando a la música a diferentes planos. Es como una receta de comida que vas mejorando con el tiempo. Lo que a uno más lo motiva es saber que lo puede hacer diferente, que más adelante todo lo podés hacer de otra forma y las cosas pueden ir cambiando. Somos una banda que nos gusta mutar todo el tiempo, de disco a disco. Por lo menos en los primeros 5 discos tuvimos propuestas bastante variadas de música negra, no éramos solamente una banda de blues. Hubo cosas latinas, hasta candombe en algunos temas. Hubo de todo: rock and roll, blues clásico, jazz. Ir moviéndonos siempre hacia adelante y tener ideas. Para una banda lo principal es “tener piernas”: moverse por el aire, por las rutas. Llevar lo tuyo a otro lugar. Siempre elegimos hacer pocos shows en Buenos Aires y más shows afuera. En Buenos Aires no hacemos más de 4 o 5 shows al año. Eso nos generó tener toda una cantidad de escuchas en todo el país, en otros países y en donde nos moviéramos. Entonces, eso te da otra pauta de crecimiento. No empezamos a crecer desde acá, sino que empezamos a movernos siempre desde afuera y creamos un cordón de gente que siempre nos escucha en diferentes provincias y en otros países también (por ejemplo, en todos los países limítrofes).
También generando una mixtura con otros sonidos, nutriéndose de otros tipos de música…
Sí, eso se da naturalmente. Vas haciéndolo con el tiempo, usando cosas que te gustan que no son estrictamente del género, porque nosotros no pertenecemos a un género cerrado. Somos tipos que hacemos música negra y venimos de orígenes musicales. El Negro Tordó viene del candombe, cuando estaban los vientos ellos eran más jazzeros, Ginoi y yo somos tipos del blues clásico, el bajista Cannavo venía de tocar heavy… Cada uno tiene una influencia que cuando nos juntamos a hacer música negra, también pusimos un poquito de la locura de cada uno. Yo me divierto mucho haciendo uniones con otros músicos. La asociación de blues y reggae con Nonpalidece que fue muy linda y no es nada raro porque en el mundo los músicos de blues y reggae tocan mucho juntos.
Como “Ermitaño”, el tema que hicieron con Ricardo Iorio…
Nosotros tenemos un amplio espectro de músicos amigos de diferentes géneros que nos permiten abarcarlos y divertirnos en otros aspectos también con otra música. No nos quedamos mucho en una visión de la música. También las letras te ayudan a eso, pensar las letras desde otro lugar, no solamente el estereotipo. Contar historias de diferentes formas.
Tantos años en la ruta han posicionado a La Mississippi no sólo como la banda con más trayectoria en el género de nuestro país, sino que además hizo que conozcan y compartan escenarios con diversas experiencias musicales de Argentina y el exterior. Tapia, quien también se desempeñó como productor de muchos artistas, nos dio su parecer sobre el momento actual del género y cómo las plataformas digitales como Spotify han modificado las cosas en el mundo de la música.
Llevan 30 años recorriendo el país de punta a punta, ¿en qué estado ves a las bandas de blues?
Creo que el género no tiene una difusión masiva o productores específicos que lo hagan masivo. Me parece que hay artistas que hacen diferentes cosas en diferentes situaciones y algunos son más pequeños que otros, más convocantes que otros, pero no es un movimiento homogéneo. Sí hay artistas de blues y música negra que hacen sus cosas a nivel independiente. Hay argentinos que están afuera, por ejemplo Vanesa Harbek, que es una guitarrista que está en Alemania. Y hay artistas acá que forman parte del movimiento como Blues en Movimiento (de ahí salieron varios artistas que tienen su público). En capital hay un semillero específico, pero en el Interior hay bandas formadas que llevan más tiempo tocando y tienen una propuesta un poquito más de su tierra, de su zona. Las bandas que tuve el gusto de producir, de hacerles el disco, la mayoría fueron del Interior. A mí me resulta interesantísimo que todos esos artistas estén interesados en seguir en su provincia haciendo las cosas con discos producidos, moviendo su público y que no necesariamente crean que tienen que venir a Buenos Aires a rendir un examen.
Estamos en épocas donde las plataformas digitales han venido a revolucionar el tema de la escucha de música y han decaído bastante las ventas de discos físicos, ¿qué opinión tenés acerca de las plataformas?
No importa qué opinión tenga uno. Las plataformas son, están ahí. Es algo que ocurre y uno tiene que adaptarse a eso. Vivís con eso, con esa forma de cultura totalmente diferente. Para mí no es muy raro, hace bastante la entendí. Fui co-editor de una compañía durante muchos años. Entonces, al estar en la editorial entendés un poco más de todo este tema. Fue una caja de Pandora inmensa. Se abrió y no se cerró nunca más, está en crecimiento constante. Es una interacción masiva de gente, música y opiniones que a veces resultan muy arduas y agotadoras en la relación que hay a nivel Internet. Pero la música ganó en independencia (si los músicos saben darle la importancia necesaria) al poder hacer tu disco y promocionarlo y ponerlo en las redes. Algo que era absolutamente impensado para mi generación, que empezó tocando en casa y pensando que llegar a una compañía era imposible. Había que tener padrinos específicos, artistas o algún productor que te llevaran a una compañía. La posibilidad de hacer tu disco y ponerlo en el mundo como es ahora es, visto por mi generación, fantástica.
Durante el pasado agosto, la banda abrió la muestra “La Mississippi: 30 años en imágenes” en la Trastienda. En dicha propuesta se logró recopilar material gráfico, audiovisual y musical (junto a algunas piezas inéditas) que invitaban al espectador a navegar por la historia de La Mississippi. Un mar de anécdotas, shows y experiencias al que además concurrieron personalidades del espectáculo y exponentes de la industria musical, quienes compartieron historias de estos 30 años junto a la banda.
Hace poco hicieron la muestra “La Mississippi: 30 años en imágenes”, ¿cómo fue la experiencia?
A mí me gustó mucho. Todo lo que se veía lo hice con mi hijo menor. Cada una de las fotos y de los carteles que se vieron los hice en mi casa. Fue un armado tremendo de un mes, que fue arduo pero a mí me puso mucho las pilas con respecto a buscar cosas y revalorizarlas porque había una cantidad de series fotográficas que nunca se habían mostrado. Había montones de carteles de calle que son únicos porque desaparecen con el tiempo, se deshacen. De las giras interbarriales que hicimos también, que fueron las primeras giras que se hicieron con artistas que invitaban a artistas barriales sin cobrarles un centavo. Y también los carteles manuales que hacía yo, que eran folletos que repartía en la calle. Muchas cosas que se las conté a mi hijo menor, porque él ni había nacido. Había tapas originales de discos. Y nos dimos cuenta que tenemos un montón de cosas, se llenaron 2 pisos de La Trastienda, no pensé que había tantas cosas.
Las canciones
Alguien dijo alguna vez que en las canciones de Manal se podía oler el asfalto. Esa poesía urbana de una de las bandas precursoras del blues en Argentina se mantiene en cada letra de Tapia y compañía con el agregado de cada barrio, cada pueblo y cada ciudad que visitan en cada show. Letras como “Blues del equipaje”, “Café Madrid”, “Matadero”, “Valentín Alsina”, “Búfalo”, “Mala transa” y “San Cayetano” dan prueba de la calle, picardía y una mirada aguda de la realidad, constituyendo una marca registrada de las canciones de La Mississippi. Canciones que ya forman parte del cancionero popular del rock y el blues nacional.
“Criollo”, el último disco, fue hecho durante las giras, en la ruta. ¿Cómo fue esa experiencia?
La experiencia fue interesante en el sentido de que nosotros aplicamos a la composición el paisaje, el lugar digamos. Aplicamos el viaje a la composición. Generalmente uno se tiene para componer o busca un espacio. Pero no hay mejor espacio que el que uno usa para moverse, la distancia para la composición. Entonces, como siempre compuse en movimiento, sumamos un poco de todo ese ida y vuelta de información de ir a un lugar, tocar en un teatro lindo. Nos poníamos a componer cosas en la prueba de sonido, dejábamos volar la imaginación. “¿Que onda wey?” se lo hicimos a Rocky, nuestro sonidista, que vivió mucho tiempo en México. Hicimos la historia de él en una canción y ese tema se compuso prácticamente en una prueba de sonido. Eso está bueno porque aplicás otro espacio a la composición, que es un lugar que generalmente se pasa por alto: la prueba de sonido.
Las canciones van fluyendo…
Sí, porque a veces había lugares lindos, teatros viejos de 1910, lugares que los abrían para tocar. Está bueno que algo de eso uno lo ponga en las canciones. Haber estado en esos lugares y capaz que te sale algo lindo, el lugar te genera alguna cosa. Aplicamos eso en ese año de girar. “En vez de parar para componer, compongamos en el camino”. Cuando llegó la hora de grabar, ya teníamos una idea general de todo lo que queríamos hacer.
Hace un tiempo, Ricardo Soulé dijo que en el caso de “Presente”, ya no le pertenecía porque ya era parte del inconsciente colectivo. Ya era parte del público. ¿Sentís que con las canciones de La Mississippi pasa algo similar?
Hay algunas que sí. Hay algunas canciones que son parte del repertorio de las bandas cuando empiezan a tocar. Son parte de la forma de aprender ciertas cosas. Eso es algo que ocurre pese a uno. Yo estoy feliz que sea así. Me parece que las canciones les pertenecen, sí. La gente le da el toque final a la canción. A veces pasa, como hemos hablado con muchos autores, que la gente entiende mal una letra. A Spinetta también le pasó con alguna que otra que entendían las palabras mal y cantan mal una palabra y después de mucho tiempo te preguntan “-¿qué decía esta letra?. -Tal cosa. -Ah, pero yo lo canté de tal forma.” Es idear otro sentido a la canción.
Se resignifica.
Se resignifica la canción. Es muy gracioso, pero eso es parte de que la gente agarre la canción y la cante. Para eso son las canciones. Me parece que justamente poder lograr eso es el mejor momento de una canción. Es la parte donde adquiere ya una personalidad popular.
Los grandes
Durante los ‘90, La Mississippi conformó junto a Memphis La Blusera y Pappo una verdadera tríada blusera. Un movimiento que convocaba multitudes y abrió las puertas para que surgieran nuevos artistas. Tal fue el impacto, que la banda pudo desplegar su arte en los escenarios de países como Paraguay, Brasil, Uruguay, España y Colombia. Además, sus participaciones en shows y festivales internacionales les brindaron la posibilidad de poder compartir fechas con grandes de la talla de Eric Clapton, John Mayall, BB King y Buddy Guy.
Siguiendo el derrotero de estas grandes figuras, ¿qué recuerdos tenés de las fechas junto a Eric Clapton o BB King?
De Clapton no tengo recuerdos en particular porque no lo conocí personalmente. Cuando tocamos con él, fue en el año de los atentados en Londres y había una seguridad muy grande. Pero sí conocimos a muchos músicos de su banda. Tuve el gusto de conocer a Steve Gadd, me resultó un tipo increíble. Es un baterista único en el mundo. Eso por un lado. Con BB King sí, cenamos con él. Cuando terminó en Obras, nos invitó a su camarín donde la gente de él había hecho una recepción. Charlamos mucho tiempo, fue muy lindo. BB King fue una persona súper amable y simple. Un tipo único. Amante de la música popular de todo el mundo. Le gustaba mucho la ópera. Le gustaba mucho la música popular: se había llevado discos de tango y de blues de acá. Apreciaba mucho cómo se hacía blues en otras partes del mundo. Creía que el blues no era específicamente patrimonio de la cultura negra afroamericana, sino que era un folklore que había viajado por el mundo y representaba a toda la gente. Y si la gente podía entender esa música, podía expresarse a través de ella. Yo creo que BB King era una diferencia muy grande al lado de todos los artistas. Los demás eran geniales. Albert Collins, Robben Ford, Robert Cray, Ronnie Earl, The Memphis Horns, montones de artistas con los que tocamos. Jeff Cotton… BB King era el rey del blues en muchos sentidos porque él mundializó esa música y la colocó en un lugar de una altura única. Fue como Louis Armstrong en la posguerra con el jazz.
¿Tuvieron alguna devolución de parte de estos artistas?
Sí, a BB King le gustó mucho. A John Mayall también. Tocamos con John Mayall y su banda y fue uno de los primeros shows que hicimos con artistas de afuera y la banda le gustó mucho. A él le extrañó que acá se tocara blues desde hace tanto tiempo. Ronnie Earl, un guitarrista de blues clásico de Boston, lo conocimos en Brasil y tuvimos una buena amistad. Se quedó a tocar 7 días con nosotros en un festival en lugar de irse a Boston. A veces la música te permite esas cosas únicas. Tocar con Albert Collins una noche cuando vino y lo invitamos. Fue a nuestro club “Oliverio” a tocar con nosotros. Y conocerlos como personas, con lo que también te cuentan que han sufrido, todas las penurias que han pasado para estar en el lugar que están.
Hace unos años contaste en una entrevista que junto a Pappo y a Memphis formaban una tríada de blues, ¿se extraña la presencia del Carpo y de Adrián Otero?
Se extraña la presencia de lo que ponían ellos con la personalidad y el grupo humano que hacíamos todos porque realmente era muy fuerte eso de las 3 bandas que estábamos trabajando todo el tiempo. Donde iba una, iba la otra y eso convocaba mucho público. Eso interesó mucho a mucho público y de ahí en más todo eso con otras bandas que había en el momento (los Yaría Brothers, las Blacanblus, etc) hicieron un gran interés en el público que generó que vinieran artistas acá. Que los productores se interesaran y dijeran “es un género que mueve público” y nos consultaran a los músicos qué artistas estaría bueno que vinieran. Hubo todo un ida y vuelta muy interesante en los ‘90 con todo eso que hizo que el público creciera exponencialmente. Las 3 bandas hicimos 2 shows muy grandes para 6000 personas cada show. Fue en Autopista Center. Nadie imaginó que se iba a convocar tanta gente (ahora mismo es imposible). Las 3 bandas eran muy convocantes y ahí mismo se mostró de que si se producía bien, se podía hacer un evento inmenso. Las 3 bandas tocamos toda la noche y terminamos tocando las 3 juntas en el escenario. Hoy eso se extraña mucho, pero me parece que hubo muy pocos productores que aprovecharon ese momento. No se aprovechó lo necesario.
“Es nuestro Madison Square Garden”
Los festejos de estos 30 años de La Mississippi tienen como punto culminante el 15 de noviembre, fecha donde tocará por primera vez en el escenario de Corrientes y Bouchard: el Luna Park. El mítico estadio de Buenos Aires, lugar de hazañas deportivas y shows populares, se vestirá de fiesta para un show lleno de invitados y sorpresas.
Se viene la fecha en el Luna Park, ¿cómo vienen los preparativos?
Bien, hay muchísimos preparativos. El Luna Park es en noviembre y se empezó en enero. Se piensa todo un año. Pensás toda una idea de cómo va a ser. Hicimos un tema para el show que se llama “Reserva Especial” que es por los 30 años de la banda. Empezás a ver el tema de los invitados clásicos, invitados nuevos. Gente amiga que nunca estuvo vinculada a la banda, son amigos pero no son del género y es un gusto invitarlos como Piti Fernández de Las Pastillas Del Abuelo, que es un tipo divino, amable y que le gusta mucho la banda. Facundo Soto de Guasones también va a estar haciendo un tema. Hay montones de artistas y hay muchos que son sorpresa porque van a estar en el DVD y en el disco, que van a ser 2 cosas diferentes. No va a ser un DVD del disco, sino que va a ser un DVD de los 30 años. Va a tener un poquito más de información quizás, de charlas…
Recién hablabas de lo que va a devenir luego del show de los 30 años, ¿les queda algún sueño u objetivo por cumplir?
Sí, objetivos siempre. Para mí, el Luna Park es el inicio de otra etapa. Son los primeros 30 años de la banda, donde hicimos todo lo que quisimos y no me arrepiento ni un segundo porque estamos súper contentos.
Por último, ¿el público qué se puede encontrar el 15 de noviembre?
Un show muy variado. Se van a divertir mucho y se van a sorprender. Van a tener todos los temas que les gustan. Hicimos una elección general de los temas, pero también va a haber sorpresas. Va a haber artistas de muchos géneros compartiendo con nosotros y va a tener muchos climas el show. Eso es muy interesante. Un show con muchos climas digno de un Luna Park. El Luna Park es muy diferente a una rockería. Es un lugar donde uno tiene que tomarse un tiempo para hacer un show.
Emblemático.
Para mí estar en el Luna Park es único. Vi cosas que ahora no se hacen. Vi boxeo ahí y era realmente increíble lo que convocaba todo eso. Para mí estar en el Luna Park significa un poquito más que para un pibe de 20 años. Para mi generación, ir al Luna Park era salir afuera y comerte una pizza. Una salida muy importante. Es nuestro Madison Square Garden.
La Mississippi coronará su 30° aniversario el 15 de noviembre a las 21 hs, cuando pise por primera vez el escenario del Estadio Luna Park.
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