Con el objetivo de divulgar la historia del rock argentino, Miguel Ángel Dente fundó Ediciones Disconario. En diálogo con el programa “Palabras Cruzadas”, el responsable de la editorial revisitó el trabajo de la editorial y analizó el contexto editorial actual.

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Hace 10 años, y ante el vacío editorial sobre la temática, Miguel Ángel Dente se propuso fundar una editorial desde donde divulgar la historia del rock argentino. Es así la amplia y rica historia del rock vernáculo es rescatada y abordada en los libros de Ediciones Disconario. Entre ellos, destacan los libros “50 años de rock Lado A” y “50 años de rock Lado B”, donde se repasan las historias de bandas clave de nuestra música.

Invitado por el programa “Palabras Cruzadas”, Dente repasó la historia de la editorial, sus trabajos y la actualidad de la actividad en el marco de una charla repleta de rock argento.

IN: El libro “50 años de rock”, que habla de 50 bandas. ¿Cómo hicieron para hacer esa selección?

MD: Hace 10 años fundé con un amigo la editorial Disconario. Siempre la idea fue hacer una colección sobre libros de rock argentino porque en ese momento (estamos hablando de 2010) veíamos que se había hecho poco y nada. Era un momento en el que las editoriales grandes le daban la espalda. Como broche de oro de esa colección que tuvo 7 volúmenes solistas, están los libros “50 Años de rock lado A” y “50 años de rock lado B” porque había solistas que quedaron afuera de esta colección, como Pappo, el Indio Solari, Luca Prodan, Federico Moura o Miguel Abuelo, que eran importantes, pero habían sido más importantes desde sus bandas. No así Calamaro, Fito o Nebbia, que en realidad tienen una trayectoria importante como solistas, sino aquellos que eran más importantes con las bandas que integraron (Pappo con Pappo’s Blues, Riff…). Los periodistas Daniel Gaguine y Matías Recis me propusieron la idea de salir a entrevistar no sólo a los músicos, sino a los protagonistas de las bandas. Protagonistas de los discos: ingenieros de sonido, diseñadores, fotógrafos… Una propuesta interesante, porque eso nos llevó además de tener que elegir las 50 bandas (25 para un volumen y 25 para el otro) a ver qué disco era el más representativo de cada banda como excusa para poder salir a entrevistar. Ellos fueron los encargados de realizar las entrevistas, yo fui el encargado como editor de ver lo que llegaba al libro. Hicimos uno en 2016, el otro el año pasado. Más de 300 invitados. Una locura. Sobretodo el último volumen, que es el que vos me hacés referencia, son bandas que por más que tienen cualquier cantidad de años de trayectoria, hay muy poco material bibliográfico: Divididos, Las Pelotas, Los Pericos… Por ejemplo, de los Redondos hay un montón de libros, pero hay muchas bandas de las que no hay. Los Cadillacs no tienen mucha bibliografía, Babasónicos sólo tiene un libro y es una banda que apareció en el ‘92. Nos gustó eso: que el segundo volumen era diferente al primero. En el primero estaban Manal, Los Gatos, Almendra (mucho más abordados por la bibliografía del rock argentino), pero esta última parte ya no tanto. Por eso nos parecía que era un aporte grande.

 

 

JR: De hecho, en lo que es “la vieja guardia del rock” (por así llamarlo) hay tanto material que en una entrevista a Javier Martínez, él dijo “Yo ya estoy podrido de hablar de lo que hice hace 60 años, quiero hablar de lo que hago ahora.”

MD: Hay músicos que ya no te dan entrevistas para volver a hablar de lo mismo. Es entendible, porque tienen proyectos nuevos que uno sigue también. Lo que pasa es que cuando estás encarando un trabajo histórico, tratás de ver qué cosas no dijeron hasta el momento, dónde puede haber un bache…

IN: Para aquellos lectores que todavía no han tenido la oportunidad de adquirirlo, ¿con qué se van a encontrar? ¿Cuál es el principal motivo por el que se ha hecho “50 años de rock”?

MD: Como te decía: elegir las bandas, elegir un disco que fuera la excusa para salir a preguntarle a los entrevistados. Por supuesto, eso después se derivaba para cualquier lado y terminó enriqueciendo a los libros un montón. Después los músicos hablaban sobre lo que querían ellos. Por supuesto que hacían aportes sobre lo que les estábamos preguntando, pero es muy fácil en esas charlas (de 3 horas en algunos casos). Por eso llevar a menos de una página la palabra de cada uno de los entrevistados no era sencillo. Por eso te digo que mi trabajo de edición fue bastante arduo, porque lo que le llega a la gente tiene que tener un hilo conductor de una entrevista a la otra. En cada capítulo hablan los protagonistas. Por ejemplo, en Ratones Paranoicos, habla Gabriel Carámbula (que fue integrante de los Ratones “originales”).

JR: Con una historia del rock argentino tan rica, si bien poco documentada, ¿qué criterio utilizaron para ir eligiendo las bandas?

MD: La idea es que fuera lo más representativo del abanico del rock argentino (que de por sí es muy amplio). En el rock argentino han entrado desde Lerner hasta Los Violadores. Eso muestra la amplitud de criterio. Yo creo que esa es una de las causas por las cuales el rock argentino sobrevive. De hecho, opinión personal, en su momento surgió como enfrentado a la música melódica o a la música complaciente de la década del ‘60 y muchos de los autores, compositores e intérpretes reconocidos del rock argentino hoy interpretan esas canciones. Entonces fijate a qué nivel de amplitud llegó el rock argentino que hasta aquello a lo que originariamente se había opuesto, terminó aggiornando y adaptándolo al lenguaje del rock.

JR: De hecho, en los ‘80 Michel Peyronel (baterista de Riff) produjo uno de los discos de Virus…

MD: “Agujero interior”. Michel Peyronel habla no sólo en el capítulo de Riff, sino como productor de ese disco en el capítulo de Virus. Cruces había muchos, a pesar de que había tribus. En realidad, esas tribus tenían más que ver con el periodismo que con los músicos en sí.

JR: En la década del ‘80 se da la explosión democrática en donde todos empiezan a tocar en todos lados porque se levanta ese velo de prohibición (al igual que sucede en el teatro). Van surgiendo bandas y también van viniendo músicos de afuera que estaban en el exilio…

MD: Volvió Cantilo que cambió su imagen, volvió con Punch, que era un grupo totalmente distinto, “nuevaolero”, nada que ver con Pedro y Pablo. Después retomó los 2 proyectos casi al mismo tiempo. No podían usar el nombre “Pedro y Pablo” porque estaban prohibidos, pero salieron como Cantilo-Durietz. Hubo algunos que en la apertura democrática quisieron oponerse al primer rock argentino tratando de plantar otras banderas. Casos como el de Fito, por ejemplo, son interesantes porque a pesar de que siempre tiene una actitud transgresora, es uno de los principales responsables de conservar la tradición rockera, de ir tras la obra de Nebbia. Ahora estoy preparando junto a un periodista cordobés (con el que ya hicimos un libro) un libro sobre Baglietto-Vitale, que es un dúo que proviene del rock argentino, pero abierto a otras vertientes.

JR: Uno más trovador y el otro más…

MD: Sí, de la música sinfónica. MIA está en uno de los capítulos, es una de las 50 bandas, representando al rock sinfónico. En 1976 editaron su primer disco y después tuvieron 4 o 5 discos. Es una obra que hoy se está reconociendo mucho. Las letras de las canciones de Fito y su música para los primeros álbumes de Baglietto demostraban que él no era de los que venían a romper con la tradición rockera, sino a aportar cosas sobre la música que ya se había hecho. Después tenías otras bandas que venían a patear el tablero: Soda Stereo, los Twist, Virus. De hecho, Virus muchas veces no se animaba a estar en festivales grandes porque les tiraban de todo (risas). Todavía la concepción de la gente no estaba para asimilar esas nuevas tendencias.

JR: Estamos hablando de una banda que rompía los esquemas no solamente desde el punto de vista musical. Ellos venían del new wave británico, algo que acá no había sonado nunca (después Soda Stereo profundizó esa veta). Además, en los shows hacían una puesta más teatral, algo quizás similar a lo que hace Miranda! ahora.

MD: Eran más multidisciplinarios y a su vez le daban mucha bola a la escenografía también. Estaban Las Bay Biscuits en ese momento, que hicieron performances con Serú Girán, con los Redondos en sus orígenes. Había toda una movida grande.

 

“50 años del Rock” fue declarada de Interés Cultural por la Ciudad de Buenos Aires. El legislador Maximiliano Ferraro (centro) entrega el diploma a Miguel Ángel Dente y Daniel Gaguine

 

IN: Vos comentabas que dentro de lo que son las grandes editoriales, hay ciertos temas que son relegados. Y entonces aquí entra el trabajo súper valorable, porque la verdad que el material está muy bueno. ¿Cómo es la labor de esta editorial día a día? ¿Con qué problemáticas se enfrentan?

MD: Bueno, aclaro 2 cositas. Era un tema al que se le daba la espalda cuando arrancamos con mi socio. Él ahora dejó la parte editorial porque se dedica a otras cosas, entonces pasó a ser una editorial unipersonal, asique te puedo hablar de todas las partes. No es que siempre las grandes editoriales le dieron la espalda al rock, porque en el momento en el que nosotros decidimos eso le estaban dando la espalda. 5 años después, el mercado estaba inundado de libros de rock argentino. Hoy en día vas a las mesas de las librerías y de 20 libros, te encontrás 18 de música de rock de afuera y 2 o 3 son de acá. Es como que esa tendencia volvió a revertirse. También hay un tema de planteos generales de la economía global y de los caminos que se decidieron acá como para apoyar determinadas actividades o no. Hoy un tema serio es el costo que te pasan las imprentas para poder editar un libro es tan grande que el problema lo tenés ni siquiera en ver si podés conseguir la plata para hacerlo, sino en qué precio tenés que poner el libro para que la gente lo pueda comprar. Tenés que multiplicar ese costo por un número tan bajito que no tenés forma de que la gente pueda comprar ese libro. Esos son temas específicos del funcionamiento editorial hoy y yo te estoy hablando de una editorial unipersonal dedicada a libros que a su vez no tiene como objetivo ganar dinero, sino reinvertir todo lo que se recauda en ediciones futuras. Es decir, no depender de nadie para editar material. ¡Pero hasta eso está complicado!

IN: ¿Cómo llevan adelante el tema de la distribución?

MD: La distribución también es a pulmón. Yo personalmente manejo desde hace 10 años 20-25 locales en capital. Después, por ejemplo, en provincia (de Buenos Aires) está Aleph que es una distribuidora que tiene 18 lugares también. Ellos nos compran ejemplares para poder distribuir en sus locales. Después, Calibroscopio (una editorial conocida infantil) nos ayuda con la distribución en librerías. Yo dejo los libros básicamente en disquerías y Calibroscopio me ayuda con los que es librerías, incluidas Yenny también. Ése es otro punto. Al bajar la venta, vos tenés que hacer tiradas más chicas. Al hacer tiradas más chicas, no sólo te aumenta el costo unitario, sino que para ir a cadenas grandes no te alcanzan los libros que tenés. Eso hace que a su vez pierdas vidrieras. Si vos estás tirando 300 o 400 libros porque la venta es escasa, no te da la cantidad como para ponerlo en cadenas, porque necesitas de por sí 200 que vayan para ahí.

 

 

JR: ¿Cómo fue la recepción del material por parte de los artistas y del público? ¿Qué devolución tuviste?

MD: Lo que pasa es que fueron diferentes casos. Por ejemplo, en los casos de Nebbia, Aznar o Calamaro, tuve una participación activa de ellos. Con Nebbia fue un ida y vuelta permanente, de hecho quedamos en contacto. El libro de Los Gatos que salió a la venta con Mario Antonelli lo coeditamos, entonces ya hay otra relación. Con Aznar (que fue el tercer libro de la colección) fue hecho codo a codo con un ida y vuelta permanente, que para mí fue sorprendente porque Aznar está con permanente trabajo no sólo a nivel interno sino internacional. Nunca pensé que se pudiera dar eso. Aparte, él es muy detallista y el hecho de que participara en este libro para mí fue un honor. Calamaro respondió muchas preguntas también vía Internet y sé que le gustó muchísimo el libro porque me mandó la devolución. Fito lo recibió por diferentes vías (es decir, recibió más de uno), pero no hubo una devolución concreta de él. Charly por su cuenta decidió sacarse una foto con el libro (con la primera edición porque hubo 2 ediciones, el de Spinetta tuvo 3). De Spinetta no hubo comentarios ni positivos ni negativos, lo que ya me tranquiliza (risas). De Cerati, el libro fue editado ya cuando había surgido el inconveniente con Gustavo, asique fue imposible saber.

JR: Me gusta, conocer el detrás de escena: cómo se va produciendo cada disco, las evoluciones, las etapas históricas y todo lo que va rodeando a las bandas. ¿Cómo fue la reconstrucción de las diferentes etapas de las bandas en el caso de los solistas?

MD: En el caso de los libros solistas hay una trayectoria, no te digo año a año, pero es cronológica básicamente. Lo que pasa es que dentro de esa trayectoria de los músicos va apareciendo otra gente. Entonces esa “otra gente” está linkeada dentro de los libros y ves que aparecen recuadros, cosas como anexas a ese texto principal. Yo creo que eso enriqueció a los libros porque le dio personalidad. Es una colección diferente a los libros tradicionales, no son libros de texto corrido. La colección tiene libros con links internos.

IN: Ya comentaste cómo empezó Ediciones Disconario pero vos, particularmente, ¿cómo fue que te lanzaste con esto? ¿Fuiste una persona muy ligada al mundo del rock o tal vez una formación en materia de edición y conjugaste las 2 cosas?

MD: En realidad, yo estudié arquitectura, me quedaron 5 finales. Vos viste que los que estudiamos arquitectura es como que siempre terminamos en cualquier lado (risas). Y en este caso fue para el lado de la música, que siempre me gustó. A su vez, me dediqué muchos años en imprentas y después (de manera independiente con mis hermanos) con el tema edición. De hecho, mi papá era corrector (de esos que había antes y ahora no existen). La relación con el mundo gráfico fue desde siempre.

IN: Los libros tienen una estética muy particular…

MD: Hay una canción de cada artista que yo elegí arbitrariamente y aparece fragmentada a lo largo de todo el libro.

IN: Hay una selección minuciosa…

MD: Sí, son como links internos dentro del libro que hacen que el texto no sea corrido. No porque tenga algo contra los textos corridos, sino porque se me van ocurriendo cosas y me pregunto “¿esto como lo muestro?”.

IN: Hay una estética particular que la verdad está muy buena.

MD: Claro. Después me interesa mucho quienes versionaron la obra de los artistas, en qué discos participaron… Es decir, toda data muy histórica y que es difícil saber en qué discos participaron los músicos. No difícil en cuanto a dificultad, sino difícil en cuanto al tiempo que lleva. Y como ese conocimiento lo tengo de tantos años que lo hice pero para mí, me parecía piola compartirlo con el resto porque sé que es una cosa que lleva mucho tiempo. Por supuesto que no todas las canciones en las que participan Fito, Nebbia, Aznar, Cerati, Charly quieren decir que estén lindas porque participan ellos, pero sí está bueno despertar esa curiosidad en los otros de escuchar esas cosas. Y además eso te abre puertas. Lo mismo me pasa con las bandas. En los libros de las bandas, atrás hay un anexo donde aparecen las “sub-bandas” de ese capítulo. ¿Qué quiere decir? Cada banda tiene un estilo. Entonces, hay bandas satélites de esa principal. Pero no satélite institucionalmente hablando. Por ejemplo, Banda de Turistas va detrás de lo que es Babasónicos por una cuestión de lo que es ese tipo de pop. Entonces aparece Banda de Turistas. No tiene un capítulo, pero sí está en el anexo.

JR: Quizás el ejemplo más claro de “banda satélite” se da con Ratones Paranoicos y Viejas Locas.

MD: Sí, exactamente. Lo que pasa es que Viejas Locas tuvo un capítulo en el libro. Por eso te digo, es muy abierto el panorama, muy amplio. Como te decía, hubo muchas bandas de rock sinfónico. Detrás de MIA aparecen Espíritu, Crucis… Por supuesto que todo es discutible. La idea es que fueran puertas para que la gente ingresara por ahí. Tener un lugar por donde empezar y que después cada uno se metiera.

IN: Ése fue el objetivo y, pensando en todo el camino que ha recorrido la editorial, ¿cuáles creés que son los desafíos de cara al futuro?

MD: Como te decía, al ser unipersonal, es un poco lo que se te va ocurriendo. Hay un libro previo a todo esto que se llamaba “Canciones políticas para no dormirse”, que en realidad el tema de la canción política ya fue muy abordado. Ésa fue también una de las cosas por las que quizás no salió el libro, que ya indagaba en lo que eran obras conceptuales tipo “Taki Ongoy”, el de “La Forestal”… El otro día estaba viendo, no como obra política pero sí como conceptual, el disco de Las Pastillas del Abuelo sobre Bonavena (El barrio en sus puños). Esos discos conceptuales están buenos trabajando sobre Baglietto-Vitale, porque son tipos con 40 años de trayectoria o más. Aparte fueron transitando todos los géneros, todos los hacen bien. Este año tienen 100 shows en un momento totalmente deprimido. Entonces vos decís “hay algo que está pasando y que no tiene la repercusión en los medios que tiene la realidad”. Igual no sería el único tema con el que pasa eso.

 

 

 

 

 

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