“El adicto es el emergente. Es quien anuncia sin palabras lo que ocurre en su entorno: en la sociedad, la familia, su barrio… y lo expresa con su adicción”.

  • Producción periodística, reportaje y texto: Ivana Nitti
  • Edición de audio y voz en off: Julián Retamozo

No todos los días se encuentran personas con vocación de servicio. Y, si los hay, merecen ser nombrados con nombre y apellido: Adriana Villacian es, además de hija, hermana, esposa, madre, abuela y más, Técnica en prevención de la Drogadependencia, título que le otorgó la Universidad del Salvador.

Entre sus funciones, trabaja como acompañante psicoterapéutica y dicta talleres de prevención escolar, familiar y comunitario. Integra, junto a sus compañeros, la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, perteneciente a la diócesis de Quilmes.

En esta entrevista, Adriana se dispuso en brindar a partir de sus estudios y experiencias, una clase magistral acerca de qué hablamos cuando tratamos el tema de adicciones y drogas. Mientras dejó entrever un claro conflicto social, cultural, político y económico al hacer mención al adicto: “existen múltiples causas en la adicción. No puede resumirse con la simplista definición de cayó en las drogas”.

De esta manera, la técnica Villacian se mete en cuestiones tales como la desdibujada función paterna y lo que ella denomina como “sociedad liquida”, clave en algunas de las posibles causas de consumo de drogas en temprana edad. “Cuando hablamos de la función paterna no nos referimos al autoritarismo ni el que castiga, sino a la función de transmitir valores y experiencias y, en definitiva, en nutrir al hijo”.

El rol de la política y la omisión de políticas públicas para el abordaje de las adicciones, también forman parte del escenario en el cual se enmarca dicha problemática: “la sociedad que castiga al adicto, también es cómplice. Desde lo político, no hay planes concretos ni se contratan profesionales en la materia. Se dificultan los talleres en las escuelas porque no se baja el presupuesto necesario”.

Villacian también charló con PRISMA acerca de lo que ella considera como “etapas” del consumo: una primera toma por curiosidad (probar lo prohibido o por presión del grupo de pares), una segunda toma para lograr repetir el placer de la primera toma que, según Adriana, “no vuelve a conseguirse nunca” y una tercera etapa en donde se produce un aumento del consumo por dependencia, dando lugar a una etapa adictiva en donde el adicto llega a “no poder vivir sin eso, y volverse esclavo de su propia adicción”.

En el medio de estas etapas, “el adicto puede que no acepte lo que le está pasando y, más si es menor de edad, los padres son quienes deberían actuar y acudir a una consulta con un profesional”. Es allí donde el trabajo desde la Pastoral de Drogadependencia resulta imprescindible: “entre los que reaccionan, ahí entramos nosotros, brindando la contención y ayuda hacia el adicto y su entorno. La pastoral no dirá sólo reza, sino reza y actúa y, si no quieres rezar no lo hagas. No hay que ser creyente, porque no nos interesa ni el credo ni la sexualidad. Nosotros no discriminamos, lo que discrimina es la droga que se mete en todos lados”.

Enriquecedora en sí misma, la entrevista ofrece el relato de experiencias en distintos talleres educativos en escuelas, talleres preventivos y de detección de casos; como así también los seminarios formativos que dictan desde la Pastoral de Drogadependencia, para toda la comunidad: “cuando concurro a los grupos salgo con una energía muy potente de allí. Es un dar y recibir amor. Aunque no se diga, se siente, se percibe. Fluye.”

Una nota sin desperdicios, con un mensaje esperanzador que merece ser oído: “es importante decir que se puede salir de la adicción, no se cura, pero se puede recuperar una calidad de vida. No te vas a rehabilitar en dos meses porque el camino es difícil donde hay subidas y bajadas. Hay recaídas, pero eso es parte del proceso. Y es muy importante el fortalecimiento individual. Pasar por un momento de adversidad y salir fortalecido”.

El problema del adicto no es solo suyo sino del entorno que lo rodea, “el padre, amigo o quien fuera que sospecha, no dude un instante en recurrir a un lugar donde traten adicciones y averiguar, hablar. Ambos deben ser tratados, no solo el adicto. Ante cualquier duda, ante la mínima sospecha, andá y averiguá, ayudá y ayúdate a vos mismo”.

La mirada de una persona no miente, es sincera, y denota qué es lo que cada individuo está pasando por dentro. Adicción se traduce en “sin palabras” donde “a” significa sin y “dicción” es hablar. Y es en esa perdida, falta o ausencia de comunicación, en donde resulta imperioso “preguntar qué te pasa, creo que no estás bien. Indagar, preguntar, hablar. Es fundamental la comunicación y el cuerpo a cuerpo” expresa Adriana y “saber mirar a los ojos que no mienten”.

Si querés saber más sobre los talleres de Adriana, podés acercarte a la Parroquia Sagrada Familia (calle 148 N° 1377, entre 14 y 13. Berazategui). Los encuentros se realizan los miércoles de 16 a 18 hs durante todo el año. Allí realizan atención a adicciones, consultas de familiares y reciben pedidos de talleres para escuelas y otras instituciones.