• Texto: Carla Rípoli
  • Fotografía: Camila Peñalva
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El miércoles por la noche, la zona de Congreso se tiñó de verde, poblada de personas, que bajo la lluvia y los fríos vientos, se agolpaban en las calles para expresarse a favor del aborto legal, seguro y gratuito. Entre la gran marea verde, se podía visibilizar mujeres, hombres y también niños, todos unidos y esperanzados por la libertad de elección sobre los cuerpos de las mujeres de esta sociedad. Y entre toda esa gran ola de pañuelos verdes, me encontraba yo redactando estas líneas.

A mi alrededor se podía ver una chica poniéndole glitter en la cara a otra, un señor protegiendo del frío con una frazada a un niño, grupos de adolescentes debatiendo sobre el proyecto de ley, otras personas cantando al ritmo de: “abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer.”, músicos abriendo sus almas y llegando con sus melodías a cada una de las personas que se encontraba allí. Por supuesto, que también estaban los que querían empañar este momento de lucha y revolución con disturbios pero eso no sucedió ya que nos teníamos el uno al otro para cuidarnos.

Si el feminismo algo nos enseñó, es que no estamos solas, que la unión hace la fuerza, que cada vez somos más hermanas. Los grandes derechos que a lo largo de la historia se han conquistado y que hoy como ciudadanos ejercemos, en su momento fueron motivo de lucha social y seguramente una gran grupo de personas salió a la calle a defender los derechos que como sociedad del futuro estamos disfrutando. Hoy nos toca a nosotros, por todas esas mujeres que murieron en la práctica del aborto clandestino, por esas mujeres que no tuvieron posibilidad de elegir algo mejor para sí mismas, por el presente de todas las que estamos hoy en día atravesando este gran cambio de paradigma pero por sobre todas las cosas, por las mujeres del futuro: por nuestras hijas, madres, por nuestras hermanas, primas, novias. POR TODAS.

 

Mientras en la calle estábamos todas esperando por un resultado positivo, en el senado se debatía si el aborto debía ser legalizado. Fueron muchas horas de espera, muchas chicas hicieron vigilia en las calles y muchas otras se quedaron prendidas al televisor en busca de una luz de esperanza que nos dijera que los políticos que votamos para que nos representen, iban a estar de nuestro lado y que esta vez iba a ser todo distinto. Una vez más, fuimos ilusas, el proyecto de ley fue desechado, no aprobado, se descartó. En ese momento todas nos abrazamos, lloramos. Ese llanto por un lado era una tristeza enorme pero por otro lado era un llanto de emoción porque ya habíamos logrado algo importante: ser visibilizadas, salir a la calle, hacer la revolución, fuimos y somos parte de la historia argentina. Esta ley hoy no fue pero será, será mañana y muy pronto. Esta lucha no termina acá porque vamos a seguir por todas las que ya no están. Ahora que nuestra voz hizo eco, no nos vamos a callar y por consecuencia, no nos van a poder parar.

Días después, mi pañuelo mojado y húmedo por la justa batalla se secó y ya está listo para ser agitado nuevamente al viento y decir: sí al aborto legal, sí a que sea gratuito pero sobre todo sí a que sea SEGURO.

QUE SEA LEY!